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jueves, 21 de abril de 2011

SONY CERRÓ UNA TIENDA POR LA SINDICALIZACION DE SUS EMPLEADOS



CIS COMUNICA.-21/04/2011.-La multinacional Sony decidió cerrar las puertas de una tienda en Buenos Aires, donde comercializa productos de su propia marca. En principio las autoridades de la firma sostuvieron que se les había vencido el contrato de alquiler. Luego Sony adujo que el motivo real eran las bajas ventas hasta admitir que eran por la ‘insistencia de tener delegados’. El lugar donde funciona es el predio comercial denominado Alto Avellaneda donde también operan empresas como Walmart. Mc Donald’s, Easy del grupo Cencosud, Falabella además de las primeras marcas de ropa.



Sony a nivel global tiene una política laboral que lejos está de asemejarse a los estándares de calidad que publicita para sus productos, sus empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier sindicato. Cuando a alguno se le ocurre la idea, pasa a ser un desempleado más. La famosa empresa niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas y la Constitución Nacional Argentina: la libertad de asociación.

La sede de Avellaneda no fue la excepción. Los primeros trabajadores de Sony que se afiliaron al sindicato, fueron despedidos cuando la empresa tomó conocimiento de la afiliación. Los que quedaron resolvieron afiliarse todos juntos y elegir un representante. Sony resolvió cerrar la tienda y despedir a todos sus empleados incluyendo al representante gremial, la joven trabajadora Fernanda Espinola.

Cualquier trabajador que ingrese a Sony debe atravesar rigurosos examenes físicos y psicológicos que realizan las empresas que están a la vanguardia de las politicas laborales, una vez admitidos son inmersos en un sistema laboral que mantiene condiciones propias del siglo XIX.

Uno de los primeros reclamos de Fernanda fue solicitar sillas donde poder sentarse para tomarse el descanso. ‘La ley de la silla’ es una de las conquistas arrancadas y sostenida por más de un siglo de lucha obrera en Argentina.

El poder económico de Sony dirige sus inversiones hacia aquellos paises que compiten entre sí: a ver quién le ofrece más a cambio de menos, estados proxenetas que ofrecen la fuerza laboral de su país para que trabajen el doble a cambio de la mitad. Allí donde los trabajadores siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionar mentes capaces, brazos baratos y productos de alta gama, aunque ahora produzcan teléfonos táctiles, juegos, computadoras o instrumentos de alta tecnología además de producir, como antes, caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial. 

En México, un paraiso antisindical como Malasia, Sony produce los teléfonos celulares que comunican al mundo, fabricado por trabajadores incomunicados con sus sindicatos.

En China donde Sony produce la consola de juegos Playstatión 3, sus obreros cobran un salario diario de U$S 3.50 (Tres dólares con cincuenta) por una jornada de 15 horas de trabajo, deducible de alquiler de una celda, agua, luz y un plato de arroz blanco. En China, Sony si permite los sindicatos, pero obedecen a un Estado que en nombre del socialismo se ocupa de la disciplina de la mano de obra: "Nosotros combatimos la agitación obrera y la inestabilidad social, para asegurar un clima favorable a los inversores", explicó recientemente Bo Xilai, secretario general del Partido Comunista en uno de los mayores puertos del país.

Las prácticas laborales de Sony es la continuación de la época colonial, aunque su tecnología haya abolido las distancias. Sus productos de última generación fabricados en los últimos reductos esclavistas que perduran en el mundo civilizado, son puestas a la venta por trabajadores argentinos como en el Alto Avellaneda, a quienes se les niega derechos básicos, como el derecho a tener un botiquín de primeros auxilios, otros de los reclamos que Fernanda y sus compañeros le hicieron a Sony.

Un botiquín de primeros auxilios y un paquete de yerba por familia eran tambíén reclamos de los obreros fusilados en las luchas de la patagonía trágica en los años 20 del siglo pasado.

Sony decidió cerrar y pagar indenminizaciones. Negándose a reconocer en la liquidación el pago del plus por trabajo dominical, un derecho vigente hace mas de 4 años, sin embargo Sony no respeta.

Para Sony, el caso se reduce a una simple cuestión de plata. Si los trabajadores resisten se les incrementará un poco la indenminización, luego se dispersarán solos. Esa es su estrategia, además de pretender que el sindicato actúe como camisa de fuerza frente a los trabajadores que resolvieron atricherarse en el lugar de trabajo y pasar las noches allí hasta saber qué pasará con ellos.

No se han percatado aún que lo que hicieron en Avellaneda será recordado por años como uno de los delitos más brutales contra los trabajadores, subestimar su inteligencia, su poder de desición, su solidaridad.

En el mundo al revés, la mentalidad laboral de Sony va a contramano de la tecnología que vende.