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sábado, 29 de diciembre de 2018

EXISTE DEMOCRACIA EN LOS SINDICATOS.-


OPINION.-La democracia no entra a los lugares de trabajo y mucho menos a los sindicatos. La violencia moral de quienes ejercen el poder interno, ya sea un gerente o secretario general, es moneda corriente y nadie se pone con ellos. Y si no existiera una cláusula incomoda del cupo del 30% de mujeres en las comisiones directivas, ¿Cuántas mujeres formarían parte de esos espacios de decisión?:
Sería como en el resto de las cosas. Los jóvenes a la secretaria de la juventud a organizar kermeses y debatir sentados en el piso debajo del árbol sobre temas que le incumben a los viejos aunque están fuera de discusión hace rato.

Con las compañeras y compañeros con discapacidad, lo mismo. El 12 % de la población Argentina tiene discapacidad y se los toman de sujetos inútiles en desuso y no les dan el lugar en los órganos de discusión y decisión o los limitan a la mera formalidad del requisito estatutario. No hay ‘todes’ sin la inclusión real de estos compañeros y compañeras. Para este colectivo los espacios para “La discapacidad -tampoco- pasa por la victimización sino por ceder los lugares para que los y las compañeras con discapacidad pueden -efectivamente- interactuar de forma equitativa para generar la verdadera equidad e igualdad de condición y no pura sanata”.

“A las compañeras solo las llaman para la foto y no por su potencial; las compañeras tienen mucho para decir y hacer, son las que llevan la lucha de las grandes leyes, son las protagonistas en las calles, en sus hogares y en el lugar de trabajo; en los sindicatos y las seguimos anulando, no les damos su lugar. Seguimos poniendo una silla para ellas como para decorar y no para aportar lo que saben. Las pocas mujeres que ahí siempre están deberían abrir las puertas para las nuevas generaciones de mujeres feministas inquebrantables y con sangre en las venas para continuar con la lucha y enfrentar las batallas más duras que se nos avecinan”.

¿En cuántos de estos contextos de violencia de género la sororidad está jugando o jugó un papel más allá de la declamación, cuando el victimario sale de su tipificación abstracta y toma forma de gerente de empresa o secretario de algo en el sindicato?.
La secretaria de género victima de violencia de género que recurre orgánicamente a la secretaria de género superior a pedir socorro, para que esta le concluya con una encogida de hombros y el "no podemos hacer nada".

El movimiento obrero argentino casi en su totalidad, está conducido por dirigentes jubilados o por quienes están a un par de inviernos de serlo, no forman a nadie más que en el arte de la repetición y la liturgia donde nadie lo hará mejor de lo que ellos los hicieron.

“Quieren tirar a los viejos por la ventana” se defiende el caudillaje. Para tirar por la ventana hay que estar del lado de adentro, nada más alejado de la realidad para los jóvenes a quienes se les dispara con ese cliché cuando hacen la observación de la dirigencia avejentada con consignas envejecidas que decide con la autocracia del saber y el haber vivido.

Se supone que llevan 30, 40 años de experiencia, acto seguido uno revisa y observa que el movimiento obrero del que surgen esos experimentados dirigentes es el que más ha contribuido -por acción u omisión- a la pobreza de los trabajadores y trabajadoras en este país.

Todos formaron parte del esquema. Hace 40 años son los mismos. Una casta tribunera que se reparte los roles y forman una corporación con quienes definen como "el enemigo".

Cada tanto se cambian la ropa de opositor al gobierno de turno para hacerse oficialistas a cambio de algunos beneficios sectoriales en desmedro del resto de la clase obrera cuyo 40% sobrevive en la informalidad y en esos momentos tiene que esperar -no es el momento (nunca es el momento)- porque criticar, sugerir cambios de formas, opinar distinto, es hacerle el juego al monopolio mediático, al enemigo que no tiene rostro y se llama neoliberalismo.

Mientras el 75% de todos los trabajadores argentinos está por fuera de ese movimiento obrero que habla, piensa y decide por ellos, debe callar, para no confundir el enemigo, cuando señala generales que estaquean a los propios.

El trabajador si calla al único monopolio al que le hace el juego es al monopolio sindical cuyos protagonistas y beneficiarios son la llamada burocracia sindical.

¿Cuántas veces oímos y leímos al caudillaje hacer discursos a favor de la lapidación de la “burocracia sindical traidora” y cuando empezaron a llover las piedras corrieron a aglutinarse al lado de esos traidores para salvarlos e invertir la carga de la culpa al grito de 'La unidad es el camino'?. Culposo slogan para maquillar el fracaso de la corporación sindical post dictadura.

Los traidores pasaron a ser los que obedecieron el mandato lapidario.

¿En los últimos 15 años cuántas veces nos maravillamos con los pibes y pibas del secundario que debaten con el periodista Eduardo Feinman?. ¿Dónde están ahora que los necesitamos, que la conducción está fuera de estado y no llegan al pique corto de los problemas reales de la clase trabajadora?.

¿Qué hicieron las organizaciones sindicales y políticas con ellos?. ¿Para qué los convocaron si era para estrujarles las convicciones con el puño de la orgánica corrompida por el antipurismo, requisito elemental para integrar algunos espacios donde tampoco deciden más que cuántas veces repetir las añejadas puristas del caudillaje.

Ese caudillaje que lee Pagina 12 los domingos desde la casaquinta pero no lo puede decir, para ellos no tiene sentido luchar por extender los días de mudanza en la ley de contrato de trabajo porque una máxima purista es decir que siempre vivieron en el mismo lugar, cae bien decirlo.
Que se reivindica luchador en los tiempos de Kempes, aunque ninguno es capaz de exponer su reputación para defender un solo laburante contra el neoliberalismo en tiempos de Messi.

Solo han ido a los conflictos a hacer autopsia de la realidad, a proveerse de selfies con los cadáveres del neoliberalismo, para gesticular que se lo combate como el forense que supone lucha contra el crimen solo porque lo esclarece dando pistas de sus autores, neoliberalismo al que se niegan a ponerle rostro por temor a ser identificados como los criados que duermen bajo su techo.

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