Su frase de cabecera es que “Hay que cuidar el trabajo” que ni siquiera cuida de él. Ni de sus compañeros a merced de un sistema que se lleva puesto todo.
Un sistema laboral que los enferma, los descarta, los vuelve tristes, egoístas, miserables, les promueve la indiferencia, el ventajismo, el individualismo, la delación del par a cambio de una palmada en el hombro.
La cobardía suficiente para justificar un escepticismo frente a las causas que requieren un mayor compromiso que el ‘me gusta’ en alguna red social.
Es de los que jamás reportan un esguince en el tobillo al bajar de una escalera y todo lo que implique gastos al seguro de accidentes.
Si se quedan con parte de su sueldo dirá que fue un error de sistema, y se batirá a duelo con quien afirme lo contrario sobre esos sistemas que siempre se equivocan para un solo lado.
Sería una tragedia comprobar que es un número más, como todos, un número que en este caso el patrón utiliza para dividir y restar.
Es cruelmente honesto al atacar a sus compañeros con la misma parla inofensiva con que acaricia los azotes del patrón.
Repite como reprochando que comparte cada reclamo, pero no la forma en que se formulan, aunque nunca aportó una idea superadora ni otra forma de ese abanico de opciones que presume saber.
Tampoco rechaza ni devuelve los logros de esos métodos que no aprueba.
Tampoco rechaza ni devuelve los logros de esos métodos que no aprueba.
Nunca repele las causas que le dan origen al descontento que a veces agita irresponsablemente.
Si es testigo de una injusticia prefiere decir que no vio nada, nunca verá nada que pueda ayudar a los de su clase, de la que no se siente parte. Sin embargo, capturó la pantalla de un estado y pudo advertir a tiempo que hubo una reunión donde un grupo de colegas suyos pensaba conspirar contra una serie de abusos laborales.
En el partido de fútbol de los viernes, ya en confianza, responderá a algún comentario en broma que le hacen en serio, que todo es porque piensa en sus hijos y que el bienestar de ellos es el que determina su conducta.
¿Cuál sería le reacción de cualquier trabajador si sus hijos pudieran saber la clase de persona que es como compañero?.
O que los hijos no queremos padres cobardes.
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