CIS COMUNICA.- 05/02/2020.- Más de 1.200 millones de pesos dejan los clientes que acuden cada mes a apostar en el Hipódromo de Palermo. Solo 10 centavos de cada 100 pesos que ingresan, se destinan al pago de salarios. Sus más de dos mil empleados tienen prohibida la afiliación a cualquier otro sindicato que no sea el que elige el patrón, al que son afiliados obligatoriamente cuando los contratan. Si a alguno se le ocurre ejercer el derecho constitucional de desafiliarse al sindicato actual porque no se siente representado y afiliarse a otro, pasa a ser un desempleado más.
El Hipódromo de Palermo tiene como práctica empresarial un desprecio por la democracia y sus leyes, pese a que uno de sus dueños fue elegido en elecciones democráticas para gobernar una ciudad de 300 mil habitantes -para continuar el legado- lo primero que hizo al llegar al cargo, despedir cientos de trabajadores, aunque llegara al mismo montado en un partido cuyo discurso y caballito de batalla electoral fue la proclama antidespidos.
Hace un tiempo, una trabajadora fue suspendida 10 días por participar de una protesta sindical porque con su ‘acto de sabotaje’ puso nervioso a los caballos de carreras. Por el mismo motivo, su esposo que no había participado fue despedido el mismo día. A otra trabajadora le dijeron que se fuera de vacaciones y en medio de ellas –sin mediar intimaciones formales y legales- la despidieron por faltar al trabajo. Y así con medio centenar de empleados, despedidos con mentiras.
La verdad del asunto es que desde hace un tiempo los trabajadores vienen dando una lucha cuerpo a cuerpo con la empresa porque quieren deshacerse de un sindicato amarillo, gerenciado por un empresario del sector, cargo que heredó de su padre, que la familia De Achaval -los dueños del Hipódromo de Palermo- protegen con espuela y rebenque.
Pese las brutales represalias, la pelea sigue.
La estampida de desafiliaciones al sindicato pro-patronal, afiliaciones a CTA, además del reclamo de mejores condiciones salariales y laborales, preocupa a la patronal y el sindicato que juegan en equipo al punto que los lleva a desobedecer fallos judiciales a cambio de pagar multas, mientras recurren a la protección de las leyes anticonstitucionales y obsoletas en el mundo del trabajo actual, además de la vía burocrática del estado que sostiene su alianza con estructuras sindicales cooptadas por el empresariado argentino y multinacional, allí suelen conseguir excusas para obturar por un tiempo, el ejercicio derechos consagrados en la Constitución Nacional y una serie de leyes locales, declaraciones y convenios internacionales que nos permiten jactarnos, ser mejores que Colombia o Malasia, territorio ‘Union Free’ o libre de sindicatos.
Pese las brutales represalias, la pelea sigue.
La estampida de desafiliaciones al sindicato pro-patronal, afiliaciones a CTA, además del reclamo de mejores condiciones salariales y laborales, preocupa a la patronal y el sindicato que juegan en equipo al punto que los lleva a desobedecer fallos judiciales a cambio de pagar multas, mientras recurren a la protección de las leyes anticonstitucionales y obsoletas en el mundo del trabajo actual, además de la vía burocrática del estado que sostiene su alianza con estructuras sindicales cooptadas por el empresariado argentino y multinacional, allí suelen conseguir excusas para obturar por un tiempo, el ejercicio derechos consagrados en la Constitución Nacional y una serie de leyes locales, declaraciones y convenios internacionales que nos permiten jactarnos, ser mejores que Colombia o Malasia, territorio ‘Union Free’ o libre de sindicatos.
En este contexto, tenemos sindicalistas y tecnocrátas sociales que viajan por el mundo dando conferencias sobre las bondades de este modelo sindical, el que les garantiza cada mes el 2% que los trabajadores obligatoriamente deben resignar de su salario para la existencia de los sindicalistas que se enriquecen con las pies arriba del escritorio sin necesidad de concurrir a los centros de trabajo a ver de qué va la cosa. Si alguno se revela, tomarán una parte de ese 2% del impuesto, para reprimirlos.
Hacen hermosos documentos sobre ‘las cadenas de valor’, los mismos que ignoran intencionalmente, las condiciones de vida del campesino que alimenta el ganado, que luego pasará por el frigorífico y de ahí a la curtiembre, de allí a la fábrica de calzados, que luego lo venderá algún empleado de comercio a otro asalariado mal pago.
Si el campesino que pastorea el ganado lo hace en situación de marginalidad laboral, el que lo faena sin las condiciones ni herramientas, el curtidor en la insalubridad aunque este sea un tema tabú (para no frenar inversiones aunque es el obrero el que más invierte con vida y salud), el operario de la fábrica del calzado donde los obreros son rociados con agua para mitigar el calor en los galpones del sudor, hasta finalmente el empleado de comercio que lo recibe, repone y factura con un marco convencional de hace 45 años.
Cada eslabón de esta cadena lo hace en condiciones precarias y de informalidad que superan el 70%. Salen de una estadística para entrar en otra, siempre lejos del radar de los derechos, especialmente los de la democracia en los lugares de trabajo.
Esa misma dirigencia le hablará al obrero malayo o taiwanés del impacto de las nuevas tecnologías, que en nuestro país gozamos de libertades de asociación, y que han creado institutos de estudio 5.0, aunque en la práctica se comporten como autócratas, feudos medievales, y así nos embrutecen todo el tiempo, para vendernos más barato.
Cada eslabón de esta cadena lo hace en condiciones precarias y de informalidad que superan el 70%. Salen de una estadística para entrar en otra, siempre lejos del radar de los derechos, especialmente los de la democracia en los lugares de trabajo.
Esa misma dirigencia le hablará al obrero malayo o taiwanés del impacto de las nuevas tecnologías, que en nuestro país gozamos de libertades de asociación, y que han creado institutos de estudio 5.0, aunque en la práctica se comporten como autócratas, feudos medievales, y así nos embrutecen todo el tiempo, para vendernos más barato.
Argentina aún conserva leyes para violar otras, especialmente las que protegen a los trabajadores de empleadores y sindicalistas corruptos. Esto le da impunidad para atacar sin esconderse como sucede en el Hipódromo de Palermo a la vista del todo el mundo.
Contra ese derecho, el de la libertad sindical, hay todo un sistema que con una velocidad de primera, reacciona para mantener a los trabajadores como ciudadanos de segunda. Perpetuar mecanismos ilegales, pese a que tenemos garantizadas libertades como las de expresión o asociación, en el mundo del trabajo, todavía debemos ganarnos el derecho a decir, y decidir, porque cuando los trabajadores hacen, dicen o deciden, zas!. Son los explotadores los que terminan protegidos y premiados.
El verdugo sigue hablando por nosotros.
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