A las mujeres trabajadoras que no ceden a las presiones de abandonar sus licencias de cuidados porque no tienen con quién dejar a sus hijos menores en pandemia, les desconocen sus derechos como madres progenitoras aunque justifiquen cada una de las imposibilidades de asistir al trabajo, aplicándoles descuentos brutales por hacer uso de ese derecho que no es un capricho y esta concedido por sendos decretos presidenciales que esta firma viola de manera automática.
En otro caso de una vendedora, no les proveen las herramientas de trabajo como a muchos de los vendedores ni les pagan los viáticos acordes como a muchos vendedores, pero a ella la presionan y les exigen resultados que no se les exige a los vendedores hombres, objetivos que no se cumplen porque no disponen de las herramientas necesarias, que la empresa castiga con sanciones por no lograrlos.
Se le imponen objetivos irrealizables de acuerdo a la zona de venta que se le asignan, ni le proveen información respecto a las zonas de trabajo, pese a estas dificultades se concretan las operaciones, pero una vez realizada la venta, les imponen trabas y demoras en la entrega de mercadería a los clientes de esta vendedora, por una decisión de la empresa, para luego responsabilizarla de las quejas que con toda razón formulan los clientes que deben pagar las consecuencias negativas de estas prácticas empresarias en la empresa de José Blanco. (el señor calvo de la foto).
A este acto de violencia de género se le suma la violencia económica, debido a que cualquier incumplimiento consecuencia del maltrato laboral, Yaguar lo convierte en rebajas salariales con intimaciones e informes verbales, escritos y en cartas documentos todos negativos hacia la persona trabajadora, siempre dirigidos a devaluar el desempeño laboral de la víctima, acompañadas de conductas machistas expresadas en los comportamientos del personal jerárquico avalado y protegido por regionales y financiado por José Blanco.
La gerencia sobreactuando supuestas asesorías laborales, que solo están destinadas a perseguir con órdenes irrealizables, ignoran cuando se le requiere una herramienta, y le hacen el vacío cuando se comparte un mismo espacio físico y concentrando la atención en el resto del personal, que no está identificado con sindicatos ni reclamos de derechos como la actitud valorada por la empresa y la que todos deben adoptar si no quieren correr la suerte de nuestras compañeras.
Estas prácticas discriminatorias son habituales en el Mayorista Yaguar y se profundizan y agravan con las mujeres, a quien se las intenta devaluar por el solo hecho de ser mujer, a las que se le aplica violencia psicológica, hostigamiento constante, acoso sistemático, con el único objeto de obtener un desgaste emocional que obligue a la persona trabajadora a desistir de sus reclamos o renunciar. No lo van a lograr pero corresponde repetir la pregunta:
¿YAGUAR ES UNA EMPRESA MISÓGINA?. Nosotros decimos que sí!.-
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