Fue el último acto eleccionario convocado por el Sindicato Joven CIS en distintos lugares del país.
Más de 300 trabajadores y trabajadoras concurrieron a votar a su delegado en las elecciones convocados por el CIS desde la apertura de los procesos electorales en lo que va del año, casi todos lo hicieron por primera vez, entre ellos, el joven Guillermo Nievas, trabajador del supermercado Mariano Max, tenía 15 años cuando la corte declaró inconstitucional el artículo de la ley sindical con la que 13 años después pretenden convencerlo que es ilegal que elija a sus compañeros de trabajo como sus delegados, en una organización como CTA, solo porque no tiene personería gremial.
Una generación que puede elegir casarse con alguien de su mismo sexo pero el sindicato -para que sea ‘legal’- es el que elige el patrón, una generación que puede elegir cambiarse el nombre de acuerdo a su identidad auto-percibida, pero no de sindicato, porque eso lo decide el estado al condicionarlo con requisitos que mortifican su libertad, a través de una ley sindical que se parece a un edicto de esos que cuelgan en el D2 Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba.
Lo que se condena de la afiliación directa parece ser, el simple derecho a pensar que la libertad sindical para participar y la democracia para elegir parezca tan simple, y la verdad que no compañeros/as, 30 mil almas quedaron en el camino para que la clase trabajadora de estos tiempos ose plantarse ante la burocracia sindical protegida por el poder económico para mantenerla a su servicio. Que los trabajadores puedan elegir delegados gremiales, que no tengan que peregrinar en un laberinto de imposibilidades, del ‘eso no se puede’, ‘de no es el momento’, donde empresas y dirigencias sindicales cómplices los observan desde arriba, eso tampoco puede concebirse como legal.
Y estos pseudolegalismos con el que se intenta obturar la afiliación directa a CTA no es potestad de la CGT, es un pensamiento conservador que atraviesa todas las siglas.
El último intento, ocurrió ayer en Valle Hermoso, donde el Centro de Empleados de Comercio local a través de su Secretaria General Rosario Cuello y la asesora legal del gremio, Dra Fernanda Reynoso hablaron ante un medio local sobre “Una situación irregular, referida a una elección de delegados en el supermercado Mariano Max, propulsada por el CTA y no reconocida legalmente por la empresa empleadora. La explicación acerca de la irregularidad de este gremio que ha irrumpido en varias provincias Argentinas solo con el reconocimiento del ministerio de trabajo nacional, pero sin cumplimentar las leyes jurisdiccionales y con una marcada política de afiliación partidaria”.
Palabras que no son más que la mera expresión del constante acto de subestimación hacia los trabajadores, de quienes suponen que no sabrían distinguir entre una afiliación a un partido político y un sindicato, como sugiere el gremio que convencionalmente agrupa a los trabajadores de comercio en Valle Hermoso, aunque delegue la principal facultad de la personería gremial como es la negociación colectiva en 4 tipos de Buenos Aires, pero es no es de ahora por esta elección en Mariano Max.
Lleva años, hasta que se toparon con la perseverancia de un trabajador de nombre Pablo Figueroa, harto de este sistema de sindicalismo pro-patronal y resolvió intentar poner punto final al constante abandono del ejercicio de la representación del CEC local al que tantas veces acudió sin obtener más que un rosario de excusas y requisitos absurdos, harto de esa orfandad que se siente a la hora de contar con un sindicato que te ayude, que te ilumine para no caminar descalzo entre los vidrios rotos.
No es tan difícil entender y mucho menos respetar el mecanismo de la afiliación directa a CTA que eligen los trabajadores y desde donde se sostiene el CIS (que es la sigla de Comercio, Industria, Servicios), y su funcionamiento estatutario de donde surge la figura legal al momento de representar a sus afiliados o convocar a elecciones. No es ignorancia, es una maniobra de desinformación, que se viene dando en todos las ciudades donde los afiliados directos deciden elegir sus delegados.
En Valle Hermoso, gobierna el sindicato local una señora de nombre Rosario Cuello, ella como cientos de buenas personas al frente de los sindicatos de comercio del interior, sostienen un sistema de control centralizado de los recursos, un sistema que jamás los tiene en cuenta al momento de tomar sus decisiones y que llamaremos ‘cavalierismo’, en honor al empresario de apellido Cavalieri, que injertado por la dictadura militar en la sede sindical de la federación, que a su vez decide por la señora Cuello, administra desde entonces los negocios del gremio mercantil, dejando las decisiones sindicales en manos de los empresas. Son ellas quienes primero deciden que no debe haber representantes y cuando esto se vuelve inevitable intervienen en la selección de los candidatos. Esto probablemente ni lo sepa la señora Cuello como sus colegas y cuando leen cosas como estas prefieren ignorarlas porque atenta contra la zona de confort, de una dirigencia que llega al gremio para resolver los avatares de su economía personal.
Para cerrar; surge una pregunta como reflexión, ¿Cuánto durarían en sus cargos los burócratas sindicales si las empresas no se entrometieran en los procesos electorales de los sindicatos, desde el despido de un posible candidato a delegado, de los descuentos salariales al delegado que le reclama o si no atacara de todas formas a los trabajadores que quieren armar una lista y competir en el gremio, si las empresas solo se mantuvieran al margen, cuánto durarían??. Eso explica por qué cuando aparece una caja de cartón corrugado destinado al reciclaje con forma de urna, aparecen los dirigentes de sindicatos que JAMÁS DAN LA CARA POR UN TRABAJADOR, a defender el abandono sindical en los lugares de trabajo para garantizarle a los empleadores una impunidad que al menos, en Mariano Max de Valle Hermoso, comenzará a encontrar sus límites.
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