CIS COMUNICA.- 15/11/2021.- “Hace años sufro un maltrato psicológico de parte de Marina Gómez, una auxiliar en mi sucursal. Me discrimina. Me denigra delante de los clientes y compañeros de trabajo, remarcando mis errores a los gritos en la línea de cajas, acto seguido te presiona para que sigas cobrando, siempre a los gritos, haciéndome sentir como una inútil”.
La que habla es Carla Pavón, trabajadora de la empresa Usina Láctea El Puente, sucursal Mataderos en Capital Federal. Sufre -como muchas personas en esa empresa- el maltrato laboral que no solo está permitido sino naturalizado y muchas veces justificado o ejercido por los representantes del sindicato de empleados de comercio de Capital Federal.
Algunos compañeros se lamentan por lo bajo, otros se ríen de la víctima, alentando o celebrando este tipo de comportamiento violento de parte de la jerárquica.
"Hablé con recursos humanos, me dijeron que iban a tratar el tema. Le imploré a mi encargado que me cambie de sector, de turno, todo para no volver a cruzarme con ella, hoy estoy trabajando de fiambrera. En El Puente de Mataderos hay derechos para algunos para el resto, no”. Se lamenta la trabajadora.
Pese a que en ese local existe un delegado gremial del Sindicato de Comercio que encabeza el empresario Armando Cavalieri, este representante de base no escapa al formato tradicional del delegado que se reporta a un gerente sindical, que es el que habla con la empresa y garantiza la protección antisindical que ofrece el gremio como servicio a las empresas, en esa operación el delegado espera en la puerta de la oficina de personal del lado de afuera.
Cuando algún trabajador llega al sindicato a quejarse por algo o simplemente preguntar por las elecciones sindicales, desde el sindicato son delatados ante el gerente sindical. El sindicato le garantiza a la patronal que nadie le hará oposición a la garita sindical que ponen en los comercios bajo la figura de delegado gremial.
En el caso de El Puente Mataderos, el nivel de impunidad que garantiza la empresa al sindicato, llega al punto de que el gerente sindical -que en este local se reporta a Mario Migliore- se presenta en el local y aprieta cuando algún trabajador disconforme o con aspiraciones sindicales se da una vuelta por el sindicato, suponiendo que en el sindicato desconocen el comportamiento del delegado en el local. Es lo que en el mundo sindical se conoce como ‘Cavalierismo’, un modelo en crisis, que implosiona cada vez que un/a trabajador/a lo enfrenta.
“En el local donde trabajo hay un delegado, es Carlos Resolani, que ni fue capaz de venir a preguntarme qué pasó conmigo, con eso digo todo lo que es como delegado.” Explica Carla quien lleva 14 años en esa empresa, y siente que es hora de cambiar algunas cosas.
Ojalá lo resuelvan y quiten del cargo a esa auxiliar y le den el valor e importancia que merece la empleada. Nadie tiene derecho a ejercer maltrato.
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