CIS COMUNICA.- 25/05/2020.- La situación de los
trabajadores denominados paseadores caninos es tan importante como preocupante no solo porque desde el inicio de la cuarentena no están trabajando y como son una actividad autónoma, en muchos casos de la economía informal no tienen otro ingreso que no sea el que se garantizan ellos mismos, sino por tratarse de una actividad esencial, si se toman en cuenta los testimonios de
las personas dependientes del Servicio de Paseo Canino que en muchos casos los encuadran en situaciones de fuerza mayor:
Sumado a que los animales consecuencia del encierro, incorporan conductas agresivas, este es el primer indicador de lo mal que la están pasando.
Se automutilan por la falta de actividad. Se muerden sus patas o cola por ansiedad. Orinan dentro de la casa, empiezan con la pérdida excesiva de pelo, ansiedad, estrés. Se agravan los problemas para los que sufren de obesidad o por edad avanzada y necesitan salir por cuestiones de salud, el encierro agrava el deterioro físico, por el cambio de rutina.
“Trabajo muchas horas y, al ser cachorra la perra, tiene mucha energía por lo que no puedo cubrir su necesidad de desgaste físico”.
Otra persona comenta: “Se me imposibilita sacar a la perra ya que
soy madre sola con un niño discapacitado y un niño de 4 años”.
“Atilio
está con una dermatitis e irritación en la piel producto de morderse todo el
tiempo por el estrés. Tuvimos que llevarlo dos veces al veterinario por este
motivo, causa del encierro”.
“Trabajo y no tengo posibilidad de pasear a
mi perra y cuando lo hago tengo que hacerlo con mi hija porque no se queda sola
en casa. Me está rompiendo todo!!!. Mucha ansiedad!”.
“Vivo sola en este momento. Chula tiene 11
años la noto cada día mas triste y se le está cayendo mucho el pelo. Me dijeron
q es por el estrés”.
“No
puedo darle una caminata completa y esto hace que engorde. Entre el trabajo, la
casa y atender las tareas de primaria de mi hija”.
Las necesidades no solo son de carácter
intrafamiliar sino que hacen al giro normal de otras actividades también
declaradas esenciales como los trabajadores de salud, fabricación y venta de
alimentos. Los que trabajan desde su casa realizando tareas esenciales y a
veces el animal –por el stress del encierro- interfiere en el trabajo de los
mismos. Las personas que por diversas razones no pueden ocuparse de sus
mascotas, porque estudian, trabajan en actividades esenciales o teletrabajo.
Las personas mayores, con enfermedades o
impedimentos físicos, de movilidad, con perros con hiperactividad o por los
cambios de comportamiento debido al encierro, que manifiestan signos de
angustia y ansiedad por no poder socializar como están acostumbrados y con los horarios
de trabajo de sus propietarios y las restricciones no es posible sacarlo a
pasear con el ritmo que necesita.
Todos son elementos que encuadran a los
paseadores caninos en el apartado 5 del Art.6° del DNU 297/20 que exceptúa del
aislamiento obligatorio a “Las personas que deban
asistir a otras con discapacidad; familiares que necesiten asistencia; a
personas mayores; a niños, a niñas y a adolescentes”.
En muchos casos se trata claramente de
situaciones de fuerza mayor como el que cuenta una persona que utiliza el
servicio de paseo canino: “Necesitan paseo ya que me hago cargo de mi mama
operada de 77 años de la cadera”, esta situación -parece- estar prevista en el apartado 6 del mismo artículo que permite circular a las “Personas que deban atender una situación de fuerza
mayor”. ¿Pero por qué se quedan en su casa los paseadores caninos, o por qué el estado no les da una respuesta?. Porque el diálogo que debe establecer el estado con las minorías lo delega en las fuerzas de segurida que en muchos casos abusan de ella.
Los animales presentan cambios de
comportamiento e irritabilidad desde que no salen con su manada desde que
empezó el confinamiento y presentan conductas agresivas, cambio de actitud, la mayoría
vive en lugares donde hay niños, necesitan socializar, al igual que las
personas que tienen como actividad laboral el paseo canino, por el servicio
esencial que prestan y por tratarse de su fuente de ingresos.
“Canela está decaída con poco ánimo. La perra sufre problemas de ansiedad y ahora orina dentro de la casa”. “Kim convive con dos gatos y ahora empezó a atacarlos”. Otro comenta “Está muy estresado desde que empezó todo esto y lo manifiesta con alergias en la piel, se rasca mucho y se le hacen cascaritas”.
Si todo esto no es suficiente para comprender la situación de los paseadores, sus clientes y los animales ponemos otra sencilla y elemental razón, hacen felices a los animales cuando los pasean y pueden obtener ingresos y sus clientes, continuar prestando sus tareas esenciales. Al fin y al cabo la felicidad también es un derecho tan humano como animal.
Si tampoco resulta suficiente, no quedará otra que la vía del amparo judicial para que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Poder Ejecutivo Nacional atiendan esta realidad.
“Canela está decaída con poco ánimo. La perra sufre problemas de ansiedad y ahora orina dentro de la casa”. “Kim convive con dos gatos y ahora empezó a atacarlos”. Otro comenta “Está muy estresado desde que empezó todo esto y lo manifiesta con alergias en la piel, se rasca mucho y se le hacen cascaritas”.
Si todo esto no es suficiente para comprender la situación de los paseadores, sus clientes y los animales ponemos otra sencilla y elemental razón, hacen felices a los animales cuando los pasean y pueden obtener ingresos y sus clientes, continuar prestando sus tareas esenciales. Al fin y al cabo la felicidad también es un derecho tan humano como animal.
Si tampoco resulta suficiente, no quedará otra que la vía del amparo judicial para que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Poder Ejecutivo Nacional atiendan esta realidad.
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